Hace algunos años el Estado se relacionaba con una sociedad más o menos homogénea, sin embargo, hoy en día, gracias a la migración, la globalización, los avances técnicos y científicos, las sociedades son más plurales y, en su interior, encontramos pequeños grupos que se distinguen de la mayoría, que asumen y defienden su identidad frente a ésta, uno de los rasgos distintivos de esa diferencia son las creencias religiosas.
El paradigma del Estado laico surgió en sociedades más o menos uniformes, en las que el catolicismo era la religión dominante o, incluso, única, razón por la cual el Estado buscó separarse de la Iglesia católica para defender su espacio de poder y consolidarse; hoy en día con una sociedad diversa, con una pluralidad de creencias religiosas ¿qué debemos entender por laicidad?
¿Se pueden expresar pública y libremente todas las creencias, o bien es válido limitar el ejercicio de la libertad religiosa?
La violencia y discriminación por motivos religiosos es una constante de la historia de la humanidad, esa es una de las razones del nacimiento del paradigma del Estado laico y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos; a pesar de ello, muchas veces de manera velada y otras de forma evidente, esta discriminación y violencia continúan persiguiéndonos y enfrentándonos, incluso se calcula que aproximadamente una quinta parte de la población mundial no disfruta de este derecho humano básico porque viven bajo regímenes fundamentalistas, en los que el ejercicio de esta libertad es nulo.